No pensaba escribir esta entrada porque no han pasado ninguna de las 2 cosas que me hubieran motivado a cerrar la trilogía, como expliqué en la anterior entrada. Así que voy a intentar no deciros nada con lo que había fantaseado contaros, y ya os lo contaré en la 3ª entrega, ésta la podemos considerar a medio camino.
[es curioso que escriba esta entrada, otra más, con la oreja pegada al teléfono, no vaya a ser que algo cambie]
El caso es que he decidido cuidarme, protegerme y aislarme de todo lo que no me hace bien. Me siento más que nunca como Mevlut Karatas; esta metáfora pretendía guardarla para la 3ª entrega, pero ya no me aguantaba más...
Los tours siguen apareciendo y desapareciendo como San Borondón, ayer decidí subirme a un barco [y no a otro de corto recorrido] que sé que se está hundiendo (pero es el que conozco y donde me siento a gusto), Fungus y Diego vienen de vez en cuando a cuidarme cada uno a su estilo, Isa cada noche me espera en el salón, ayer escribía wasaps a las 7 de la mañana [tras una pesadilla] a Itziar y Almu, y Goyo dice que cuente con él.
También he empezado a platicar con Uganda e India, haciendo tiempo para que Colombia se manifieste, pero sobretodo para que Madrid me de la vida y deje de matarme.